Madrileña de nacimiento, pasé mi infancia en Denia, una bonita ciudad en la costa mediterránea. Allí estuve hasta que finalicé mi carrera de Enfermería. Luego por motivos laborales o de estudios, y por mi condición de Nómada, no he parado de mudarme de un lugar a otro.
Desde ciudades como Madrid o Valencia, a paraísos como Ibiza, Formentera o un pequeño pueblo de Mallorca. También viví unos meses en Atlanta (EEUU), lo que me permitió viajar por el país y conocer gente maravillosa.
Entre mudanza y mudanza siempre regresaba a Denia, mi campamento base para coger fuerzas con familia y amigos y volver a emigrar. A día de hoy y desde finales del 2024 vivo con mi familia es un pequeño pueblo en plena naturaleza en Suiza, un sueño hecho realidad.
Y es que soy una apasionada de la Naturaleza, hasta el punto de que no puedo concebir mi vida sin estar en contacto diario con ella, es mi forma de vivir. El mar, el bosque, la montaña, el viento, el olor a tierra mojada, la luz que atraviesa las hojas de los árboles, el sonido de los rios que fluyen… todo eso me recuerda quién soy y me devuelve al presente. En la naturaleza encuentro refugio, respuestas, inspiración y salud.
Por eso, todo lo que hago (en la vida y en consulta) intento que lleve esa esencia:
✨ Volver a lo simple.
✨ Escuchar los ritmos.
✨ Respetar los ciclos.
✨ Reconectar con lo natural, dentro y fuera de nosotros.
Otras de mis pasiones son:
Los animales, siempre han estado en mi vida como parte de mi familia.
Viajar, y desde hace años lo hago siempre eligiendo destinos de naturaleza y paisajes.
La vida saludable desde que la practico, me siento mucho mejor, considero que es la clave para empezar a sanar de cualquier patología.
En el 2006 finalicé mi carrera de Enfermería motivada en ayudar a curar a las personas. Pronto me percaté que pese al esfuerzo de los profesionales sanitarios el sistema de salud no funciona como debería.
Comencé a desencantarme con unas instituciones sanitarias (controladas por grandes corporaciones y farmacéuticas) que se lucran con la enfermedad en lugar de promover la verdadera salud, con cada vez más descarados intereses en mantener a la gente viva, pero enferma crónica. Sin un enfoque curativo y parcheando síntomas a base de medicación sin abordar la raíz de las patologías.
Esto me llevó a cuestionarme profundamente mi labor y a buscar un camino diferente. Comencé a formarme en terapias alternativas e individualizadas, entendí que cada persona es única y su salud no puede reducirse a protocolos estandarizados.
Me inscribí en un postgrado de Medicina Integrativa para enfermería y más adelante en un master de Microbiota Intestinal, esto me llevó a ser consciente de la importancia de ver el cuerpo de una forma integral, donde todo está conectado.
Cuando descubrí la Medicina Tradicional China como paciente, sentí que algo encajaba profundamente en mí. De repente, todo tenía sentido: los ciclos, las emociones, los órganos, el cuerpo como un ecosistema vivo, cambiante, sabio.
Me ayudó a entender la raíz de muchos desequilibrios que antes sólo podía ver como síntomas aislados. Su mirada integral y su conexión con la naturaleza resonaron conmigo, supe que quería seguir aprendiendo este arte para acompañar desde ahí también a quienes buscan sanar.
Con mi afán de seguir formándome de manera continua, apareció la Psiconeuroinmunología Clínica (PNIc). Y fue un auténtico “clic” interior: de repente, la visión integradora de la medicina tradicional tenía una base científica moderna que la respaldaba y le daba aún más profundidad. Conectando la psicología, el sistema inmune, el sistema nervioso, el metabolismo, la microbiota con todo el organismo. Me aporta herramientas reales, actualizadas y personalizadas para acompañar de forma integral a las personas.
Hoy, mi objetivo es combinar el conocimiento científico con enfoques naturales, personalizados y más humanos, para acompañar a cada persona en el empoderamiento de su salud y en el proceso de sanación real. Creo en una medicina que no solo alivie, sino que transforme vidas desde la raíz.
Mis maestras han sido la ansiedad (que viví en silencio), el Síndrome de Ovario Poliquístico (SOP) y el asma alérgica (que me diagnosticaron en el 2022 y me dijeron que era una enfermedad de por vida y progresiva y que debía medicarme todos los días). Estas condiciones me enseñaron que no tenía una enfermedad, sino un camino que recorrer para recuperar el equilibrio de mi salud. Ellas han sido la voz que mi cuerpo tenía para mostrarme que algo estaba mal, y al ponerle antención pude escuchar, comprender y revertir.
Pero sin duda, los grandes motores de mi vida, hacia un estilo de vida más saludable, han sido mis hijos, en concreto mi hija mayor. Desde que ella nació (en el 2015), también lo hizo en mí una nueva versión, que quería cuidarla y darle lo mejor, aunque esto fuera ir en contra de lo que la sociedad marcaba. Al principio fue duro, poca gente de mi entorno lo entendía e incluso he recibido duras críticas en momentos tan vulnerables como el postparto, pero dentro de mí siempre he estado orgullosa y agradecida por haberme motivado a cuestionarme mi estilo de vida y el de mi entorno. Convirtiéndome por instinto en una madre respetuosa con sus procesos naturales y un buen ejemplo para ellos, a parte de mejorar mi salud.